sábado, 17 de noviembre de 2007

Noche de aflicción


Una vez un homosexual que todavía no sale del closet, uno que tiene cara de sapo, me insinuó que el periodismo criticón y sin mayor miramiento del sentido de la ecuanimidad, es el que reparte billete, hace negocio, atrae espectadores.

La derrota dolorosa no une a nadie. Trae voces desconsideradas y altisonantes, resentidas porque ahora que no acompañan, se empecinan en destruir sin muchos razonamientos, eran los primeros en alabar desmedidamente, hacer programas especiales, imágenes ridículas y mal hechas de homenajes sin sentido, y ahora se muestran como los verdaderos críticos, con hambre de glorias que no les pertenecen únicamente, y son acólitos del continuo desastre, el negociado maldito, el silencio cómplice.

La voz pueblerina de Fabián Gallardo, hablando de infidelidad a sistemas futbolísticos; el drogadicto de Roberto Bonafont, marcando una noche horrenda, donde nuevamente la selección brinda un lamentable espectáculo, un técnico desconcertado sin haber mucho de donde escoger, y el ocaso de una generación sin recambios.

Primer tiempo, las voces vendedoras, la entrevista llena de jerigonzas y lisonjería, los dos goles, frutos del error que no es nuevo en jugadores que de por sí son malos, pero que no podían haber sido otros, porque no existen.

¿Laterales? No conocemos a los del Cuenca, Baguí del Olmedo, Ambrossi de Liga, Omar De Jesús de El Nacional, Montaño de Barcelona… ¿Más ideas?

¿Centrales? Hurtado en últimos tiempos, lleno de fallas, no convocado. Jorge Guagua, internacional. Espinoza, otro internacional ¿El mediocampo? Urrutia es mejor que el gordo Lucho y otros más. Segundo Castillo, ya conocido, consagrado en Serbia. Edison y porque Germán Castillo no es ecuatoriano, Walter Ayoví, pecho frío, quien ya sabemos que no debería ser convocado nunca, pero a cuota de quién.

Arriba quizás esperando el cabezazo de Ebelio Ordóñez. Y Benítez, mejor media punta del Ecuador actualmente.

Derrota terrible del primer tiempo. El equipo debe buscar el empate. No aceptar la derrota. Laterales que no defienden, pero se supone atacan, un tercer defensa por el marcador más flojo, el ligado Urrutia.

El desastre. Quizás corregir la delantera, Kaviedes que se movió más en el enganche al cual pertenece, Felipe Caicedo siendo el próximo fijo en la alineación nacional. Pero abajo… ¡Nada!

Los errores. Los laterales perdidos. Y el técnico que se despide, después de campañas que trajeron alegrías al país, y ahora tras una seguidilla de fracasos, en la constante realmente visible de que la selección está vieja, tuvimos que nacionalizar arquero decente, y lo nuevo no rinde, generación mediocre que con divisiones y todo, no ha surgido para el fútbol, sino muy posiblemente para la basura que nos venden miserables comemierdas como los que nos narran el fútbol (para nuestra desgracia Fox Sports ya no pasa eliminatorias y disfrutar a Vignolo narrando).

El reclamo desconsiderado. Luego la entrevista humillante a los derrotados jugadores que están a pocos días de jugar el segundo juego de la semana: ¿acostumbrados a estos marcadores? ¿Qué apoyo es ese, maldito cocainómano (o lo que sea tu vicio, pedazo de imbécil)?

Apagamos la televisión, repleta de los spots publicitarios de Vinicio Alvarado y el gobierno de la farsante revolución ciudadana, su onda intelectualoide de ataque a la oligarquía, y el auge de una nueva, enquistada en el poder.

Nos avergonzamos de un equipo así. El técnico que se va, también. Tomará su descanso, en Medellín, o donde viva. Nosotros no, porque el miércoles nos toca la dosis, no de Perú, sino lamentablemente de Roberto Bonafont y Fabián Gallardo, un idiota en extremo y un pobre tipo que no deja de lado aquellos pueblerinos comentarios, tan lejos de una transmisión profesional, y ni siquiera cercanos a aquella familiaridad que manejan los zafios de la radio.

Triste noche para el país.

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