lunes, 13 de febrero de 2006

Los esclavos también son manipuladores


Es la muestra patética de nuestra sociedad. Tratar de tomar partido respecto a algo, sirviendo a personas que sabemos bien quienes son, y confundiendo al resto.

Los periodistas deportivos.

Esta gavilla de vagos sin aplicación en sus vidas, que terminaron aterrizando en los medios, para orientar a la gente.

Al principio sin ninguna bandera, tratando de decir la verdad mientras los micrófonos prestados se lo permitan, para luego pertenecer a las bandadas de sirvientes de la dirigencia deportiva nacional.

No dan información completa, para omitir la crudeza de la verdad.

Prefieren dar la espalda a la mediocridad, y no decir que el fútbol ecuatoriano sigue de patético, lento, y anodino.

Festejan a rabiar ensalzando la situación actual de los mundiales, sin reflexionar el bajón de Colombia, Uruguay, Chile en su fútbol.

Se arrodillan ante los dirigentes, mercachifles de este pueblo pobre, que sin embargo siguen robando dinero, ya con mecenas desaparecidos, y con negociados tan evidentes pero que la prensa perra y corrupta no denuncia.

Rescatan motivos inútiles, como tiempo de adaptaciones infinitos, juventudes que no sirven para el balompié, esfuerzos vanos que rematarán en fracasos ya anticipados, y la oda a los jefes, con la ficción de cumplimiento, cuando desarmaron los equipos, hicieron galas fastuosas con estrellas que nunca aparecieron, encumbraron a equipos tan decepcionantes.

Y para colmo, el exigir que vayamos a los estadios, sin espectáculo, sin hombres que jueguen al fútbol, sin estrellas que hagan parar a la afición, apelando a sentimentalismos falsos, cuando en verdad sólo quieren que el gasto continúe, los bolsillos de los amos crezcan, las estatuas perduren y brillen con sus lenguas, y las parrilladas como agasajos sean constantes, para un grupillo de infames, imbéciles e ignorantes, que fracasaron en sus vidas, y que se han adherido al balón de fútbol ecuatoriano, ya desinflado por tanta tenia, y pululen los micrófonos de las radios, nos molesten con su mugrosa presencia en televisión, e inclusive funjan como escritores, no obstante carecer de una buena redacción, y valentía suficientes para denunciar que estamos mal.

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